AWÁ
1.1.
Idioma
Awapít. Pertenece a la familia lingüística Chibcha, forma
parte del dialecto Malla de los Sindaguas; emparentada con el Chá palaa (idioma
de la Nacionalidad Chachi), y con el Tsa’fíqui (idioma de la Nacionalidad
Tsa’chila).
1.2.
Origen
El
origen de la etnia es incierto y confuso, pues los estudios arqueológicos
demuestran que el litoral, tanto colombiano como ecuatoriano, estaba habitado
por la cultura Tumaco. A la llegada de los españoles en 1525, las crónicas dan
cuenta de grupos indígenas seminómadas con un grado de desarrollo muy bajo en
relación a las otras etnias halladas en la región andina.
Durante
la colonia, los grupos de la región, denominados genéricamente como
“Barbacoas“, fueron agrupados en “pueblos de indios“, de acuerdo al modelo
hispánico de poblamiento. La presión colonizadora de la región aumentó
significativamente al convertirse esta zona en uno de los principales
yacimientos auríferos y centros portuarios -en el caso de Barbacoas-, situación
que obligó a los indígenas a desplazarse fuera de su territorio tradicional.
Su localización en uno de los ejes de
comunicación entre el litoral y la meseta andina, ha influido
significativamente en la conformación de su territorio, el cual se ha visto
afectado por los auges mineros, las guerras civiles, los procesos de
colonización ganadera, maderera y de cultivos ilícitos, además de las grandes
obras de infraestructura como la carretera hacia el mar. A partir de los años
sesenta, cuando se intensificó la llegada de colonos, mineros y extractores de
aceites de palma, muchos indígenas tuvieron que reiniciar los procesos
migratorios desde Colombia hacia el norte de Ecuador.
En
el Ecuador a partir hasta 1974 la nacionalidad Awá no era “descubierta”
oficialmente, aun cuando sus asentamientos en nuestro territorio se extienden
hacia principios del siglo XX y que los investigadores consideran como etapa
tradicional, este es el énfasis temporal propuesto.
Se
trata de un pueblo altamente afectado por un conjunto de presiones sobre su
territorio, pues
1.3.
Territorio
Tierras
Legalizadas: En el Ecuador tienen 121 000 ha de tierras
legalizadas y 5 500 ha
de posesión ancestral no legalizadas, las mismas que constituyen un solo cuerpo
perteneciente al conjunto de la nacionalidad.
1.4.
Ubicación
Los Awá tienen una presencia binacional; se encuentran en Ecuador y en
Colombia, país donde se asienta la mayoría de su población en la parte sur
occidente, departamento de Nariño.
En el Ecuador se encuentran en: Costa: provincia de Esmeraldas, cantón San
Lorenzo, parroquias Tululbí, Mataje (Santa Rita) y Alto Tambo.
Sierra: (estribaciones occidentales andinas) provincia del Carchi:
cantón Tulcán, parroquias Tobar Donoso y El Chical (Maldonado); provincia de
Imbabura: cantón San Miguel de Urcuquí, parroquia La Merced de Buenos Aires y
cantón Ibarra, parroquia Lita.
1.5.
Accesos
Para acceder a las
comunidades Awá se puede hacerlo mediante las siguientes vías
ü Vía Ibarra-San Lorenzo, a
lo largo de la carretera se encuentran las siguientes comunidades dentro del
cantón San Lorenzo:
o Tululbí
o Mataje
o Alto Tambo
Para ingresar a esta reserva forestal y
étnica, desde Chical se puede organizar educativas caminatas o cabalgatas, para
llegar después de tres jornadas (tres días) a tierra de los Awá, donde su
ancestro cultural, riachuelos, ríos, estanques de aguas transparentes,
mariposas, aves, flores y más especies nativas de la zona.
Cuenta con aproximadamente 13 000
habitantes, de los cuales alrededor de 3.082, se encuentran en el Ecuador.
Organización sociopolítica: Los Awá
que viven en el Ecuador están distribuidos en 22 centros con estatuto legal. La
entidad coordinadora de ellos es la Federación de Centros Awá, miembro de la
organización regional CONAICE y de la nacional CONAIE.
Organización social: Su patrón de residencia
se caracteriza por la dispersión de sus asentamientos a lo largo de los ríos.
Viven en casas separadas entre sí, por varias horas de camino. Los
asentamientos tienen un núcleo de casas perteneciente a las personas con lazos
directos de consanguinidad, quienes a su vez ejercen funciones de dirección del
asentamiento.
Conceptualmente
cada casa es una unidad económica y social distinta de unidades familiares
grandes en las cuales se consolidan las relaciones de parentesco y se crean
ambientes armónicos de curtes lazos que mantienen toda su vida. Por otra parte
por el carácter público de la convivencia y la distribución espacial de sus
viviendas, se crean demandas y límites de interacción social, esto no permite
la pérdida de control sobre las emociones y expresiones de hostilidad. Los Awá
evitan las visitas, por su carácter reservado, además por la lejanía de una
vivienda a otra.
Su sistema
de filiación es patrilineal y aunque el usufructo de la tierra es individual,
su trabajo se hace generalmente entre grupos pequeños unidos por lazos de
parentesco. Generalmente la persona más anciana es considerada sabio y líder.
En su
modelo de organización política no existe una autoridad determinada, razón por
la cual los principios de reciprocidad y las sanciones sociales juegan un papel
importante.
1.7.
Vestimenta
En un principio los indígenas estaban
semidesnudos, cubiertos parcialmente con tejidos hechos de corteza de damajagua
(Poulsenia armata), con la cual también confeccionaban cobijas. Al parecer,
ellos se mantuvieron así hasta finales del siglo XIX, tal como lo retrataron
los dibujantes de E. Andrée alrededor de 1870 (América Pintoresca 1984: 64-69).
No obstante los misioneros que siempre consideraron la desnudez como inmoral,
les impusieron un vestido uniforme; para los hombres un camisón largo de lienzo
sin botones, con cuello alto y reforzado a la altura del pecho. Este camisón se
usa por fuera del pantalón que es del mismo material y cubre hasta la rodilla;
completa el atuendo un sombrero hecho de la fibra vegetal denominada tetera
(Stromanthe lutea); para las mujeres, una bayeta roja que se envuelve en la
cintura y les cae hasta los tobillos, otra de color similar o azul cruza por
los hombros, de modo que cubre la espalda y el pecho. Estos vestidos en la
actualidad los conservan algunos ancianos y rara vez se pueden observar.
Hoy en día los hombres y mujeres visten como
los campesinos de la zona. Los hombres utilizan camisas de colores claros,
pantalones obscuros y botas de caucho; las mujeres utilizan vestidos largos de
tela sencilla confeccionados con tela adquirida en los mercados, alternados con
el uso de faldas y blusas de manga corta, también gustan de pintarse de rojo
las mejillas.
Aunque la caza fue su actividad
de subsistencia tradicional, las condiciones desfavorables de su entorno los
han obligado a desarrollar otras actividades económicas como la agricultura, la
pesca y la crianza de animales domésticos. Su sistema agrícola se centra en la
técnica de “tala y pudre“. El principal producto es el maíz, el cual se combina
con la siembra de yuca, fríjol, caña de azúcar y plátano. En las tierras no
aptas para la agricultura, se recogen productos comestibles, plantas
medicinales y madera para la construcción. La extracción de oro de aluvión
ocupa un renglón complementario dentro de su economía.
Actualmente la mayoría de la
población se dedica a la cacería, pesca y a la agricultura para el autoconsumo
(maíz, plátano, yuca); en tiempo de cosecha, la producción también se destina
al mercado.
1.9.
Vivienda
Por la rigurosidad del ambiente
bajo el cual vive la comunidad Awá, la vivienda es el lugar más importante para
una familia, es por esto son construidas sobre sitios altos para drenar las
aguas, durante las épocas de lluvia. Además cuentan con un tipo de asentamiento
disperso.
Las casas cuentan con una planta
rectangular de 7 metros de ancho por 10 metros de largo aproximadamente,
sostenida sobre pilares de madera ya que se levanta de 1,5 a 2 metros del suelo
y es elaborada con materiales de la zona como el gualte
(chonta); su techo es de 4 aguas,
cubierto de hojas de bijao. El ingreso a
la casa es a través de un palo principal en forma de gradas. La parte inferior
de la casa sirve para la crianza de animales como chanchos y gallinas, para
guardar madera y plátanos.
El interior de la vivienda está
dispuesto de tal forma que tenemos 3 áreas principales y son:
Área de dormitorio, existe
solamente uno donde descansan todos los miembros de la familia en el suelo
sobre corteza de damagua y muy unidos unos con otros, para protegerse del frio.
Solamente los bebes tienen una hamaca elevada para descansar.
La segunda área es la cocina, que
se ubica en el extremo de la casa. Aquí encontramos el fogón elevado del suelo
y se preparan los alimentos, además el humo de la cocción de los alimentos
ayuda a ahuyentar los mosquitos.
El área final es un largo
corredor con un pequeño espacio para recibir visitas y en el caso que alguien
necesitare pasar la noche, pues es un suicidio negarle posada a alguien por las
condiciones inhóspitas de la selva.
La vivienda solo dura un par de
años hasta que las reparaciones de la casa sean más demandantes que realizar
una nueva, por lo que son abandonadas, en general las casas son conocidas con
el nombre de Yal cuya traducción al español significa casa de Awá
1.10. Cosmovisión
Awá significa "hombre"
y es uno de los pueblos indígenas más desconocidos y marginados del Ecuador.
Paradójicamente, es uno de los más organizados y claros de su destino: son los
últimos defensores del bosque tropical del Chocó, en el noroccidente
ecuatoriano.
Con
sus mitos y creencias explican la realidad del mundo que los rodea, regulan el
orden social y destacan sus valores culturales. Para ellos existe un mundo
superior con seres imaginarios y poderes espaciales con los que se pueden
comunicar sólo a través de su magia.
Los
Awa-cuaiquer como grupo social requieren regular las relaciones entre personas
y con su medio circundante, mediante un conjunto de normas que conforman su
ideología. Para asegurar su observación rigurosa, el espíritu se vale de
imágenes que simbolizan hechos no manifiestos en forma evidente. Su papel es
garantizar el cumplimiento de las reglas de juego mediante metáforas, moralejas
y otras representaciones que se diluyen en múltiples manifestaciones míticas.
Así, el mundo de las creencias, poblado de seres imaginarios con poderes
especiales, es el reflejo de la percepción de la realidad exterior y de su
propia historia social. De esta manera, todos los miembros de la comunidad se
sienten vigilados por seres superiores que premian o castigan las acciones de
las personas y en suma conducen a un proceder homogéneo que los hace
comportarse como grupo (Cerón 1988: 172).
Por
analogía, estos seres poseen características antropomorfas y zoomorfas
asociadas a su mundo circundante, por ejemplo, el "Astarón" o el
"Indio bravo" tienen figura indígena, pero son gigantes y deambulan
por la selva curando a los animales heridos que dejó un cazador ineficiente y
castigándolo por esa acción (Cerón y Calvache 1989: 26-30).
1.11. Costumbres y celebraciones
Dentro de su
cosmovisión el mundo está poblado de seres sobrenaturales. La magia cumple un
papel importante al igual que la práctica de los rituales católicos. Y se
expresan a través de algunos rituales y creencias como:
El matrimonio
Este
comienza con las parejas próximas a
casarse y tienen un período de “amaño“que puede durar varios meses, seguido por
la asignación, por parte del padre de la novia, de un terreno para que la nueva
pareja construya su vivienda y empiece a cultivar.
La construcción de la casa es un
hecho trascendental para el hombre y constituye una tarea individual que
demanda trabajo duro de 3 a 4 semanas. Este trabajo es tarea exclusiva de
carácter masculino y se compara con el atributo femenino de amamantar. No le da
prerrogativas sobre los otros habitantes de la casa, sin embargo si le da el
derecho a su propiedad.
En
cuanto a la veneración de los muertos es un ritual que se conserva y en la
celebración de honras fúnebres prevalece la creencia en la resurrección y la
vida eterna. Cuando un miembro de la comunidad muere lo envuelven en una
cobija, sábana o esterilla de chonta y lo velan con lámparas de kerosene o
velas. Los asistentes permanentes callados y toman guarapo o chicha. Avanza la
noche y empieza la charla y el baile. Al amanecer entierran al muerto en un sofá
que hacen debajo de la casa, le colocan todas sus pertenencias, ropa, machete y
alimentos. Además siempre le dejan un eslabón, una lámpara y fósforos para que
el muerto pueda hacer fuego en la oscuridad y desplazarse con facilidad.
En la tumba colocan una cruz de madera y sobre ella el sombrero del muerto, un machete y una jigra o mochila de pita. Posteriormente a esto la casa es abandonada y se busca un nuevo sitio para construir una nueva.
En la tumba colocan una cruz de madera y sobre ella el sombrero del muerto, un machete y una jigra o mochila de pita. Posteriormente a esto la casa es abandonada y se busca un nuevo sitio para construir una nueva.
Velorios
La veneración de los muertos
implica la creencia en la resurrección y el convencimiento de que a sus
espíritus les compete el mundo de los vivos, en tanto que vigilan el
cumplimiento de lo deseable.
Por lo general, los indígenas de
una vereda se encuentran enterados si alguien va a morir y están a la
expectativa de oír un disparo de escopeta que anuncia ese hecho, lo cual se
propaga de casa en casa para dar aviso a todos. Cuando se reúnen los vecinos,
encuentran el cadáver envuelto en una cobija, sábana o esterilla de chonta y
proceden a velarlo con lámparas de kerosene, velas o antorchas de
"imbil". Inicialmente, los asistentes permanecen callados en una
actitud de meditación y si alguien sabe rezar lo hace, ya que tienen fe en las
invocaciones, pues aun sin entender las oraciones católicas están convencidos
de que se trata de palabras que establecen una comunicación con lo sobrenatural.
Por tal razón, la persona que reza es objeto de una atención especial en la
medida que la práctica religiosa da privilegios al que sirve de intermediario
entre el mundo real y el mundo mítico.
Los vecinos reunidos toman
guarapo o "chapil", a medida que avanza la noche la actitud
silenciosa va cambiando hasta llegar al baile general. Al amanecer entierran al
muerto debajo de la casa; para el efecto, abren una cámara lateral en la que
depositan el cadáver. Dicha cámara se aísla con un enrejado de tablillas de
chonta y luego se tapa el hueco con tierra. La cámara es muy amplia para que el
difunto pueda cambiar de posición y quepan allí sus pertenencias como ropa,
machete y alimentos; es infaltable una lámpara, fósforos o el
"eslabón" con el fin de que haga fuego en la oscuridad. La cabecera
de la tumba se marca con una cruz de madera y sobre ella se ubica el sombrero
del difunto, otro machete y una "jigra".
El velorio de los niños lo
denominan "chigualo", tal como lo hacen los negros de la costa del
Pacífico; se trata de una celebración similar al velorio de los adultos.
Honras fúnebres
Al cabo de un año de la muerte,
el cónyuge invita a las honras fúnebres. Dicha reunión se prepara
cuidadosamente, ya que constituye una fiesta social muy importante que aglutina
a la población local con la expectativa de compartir bebida, comida, baile e
información sobre los acontecimientos del área. Algunas veces, se paga una misa
en el pueblo, a la que asisten los familiares y amigos cercanos, luego regresan
a la casa donde esperan a los invitados. Al atardecer, el grupo se dirige a la
tumba, en marcha silenciosa y con mucho sigilo. Cuando se han aproximado lo
suficiente, quien encabeza el desfile dispara un tiro de escopeta para
"despertar al muerto", luego invita al espíritu para que los acompañe
a la fiesta, hecho que se simboliza llevando pertenencias del muerto. El
traslado se hace al son de la marimba y bombos; posteriormente, en la casa se
bebe y baila hasta la saciedad. Con el fin de mantener despiertos a los asistentes,
se disparan tiros de escopeta y se realizan juegos que reclaman la atención de
los asistentes. Lo anterior se complementa con el ir y venir de chismes; hablan
en su propia lengua y en forma confidencial comentan las conductas incorrectas
de las personas. El sentido de estas actitudes es incorporar la reacción social
a ciertas formas de proceder inadecuadas y así mantener los valores normativos;
con la embriaguez aumentan los reclamos mutuos y por lo general se termina en
agresiones personales.
Como el casamiento inmediato a la
muerte del cónyuge es censurado, las honras fúnebres también se convierten en
un requisito que modifica el estado social del individuo. Es decir, la fiesta
de honras es una forma de liberar a la persona del compromiso anterior, para
que pueda contraer nuevas nupcias; por lo tanto, el ritual crea una conciencia
general de la dependencia del individuo respecto al grupo y resalta los
aspectos morales deseables, lo mismo que las obligaciones entre las personas.
La cobada
Es un ritual de inversión, en el
cual se cambian los papeles de la persona en la vida real. Cuando una mujer va
a dar a luz, debe atender el nacimiento de su hijo por sí misma fuera de la
casa, mientras el marido permanece en la cama con todos los síntomas del parto
y posteriormente es atendido por la esposa mientras se recupera.
Desde el punto de vista indígena,
la "cobada" es un acto necesario tendiente a preservar al recién
nacido de posibles maleficios. Según ellos, toda persona al nacer está asistida
y rodeada por espíritus buenos y malos; por consiguiente, existe la posibilidad
de que los malos prevalezcan sobre los buenos, como resultado, el niño podría
presentar deformaciones o enfermedades graves. Como los espíritus malos operan
a través del cuerpo de la madre, le corresponde al hombre asumir el papel de la
mujer y la sustituye física y psicológicamente. Así, entra en un trance, en el
cual efectivamente asume las características de un parto.
Debido a la drástica censura y al
castigo que algunos indígenas sufrieron por esas prácticas, es difícil saber
hasta qué punto todavía subsisten.
El chutún
Se describe como un animal de
figura antropomorfa que se introduce en el cuerpo de las personas. Su poder es
potencialmente nefasto para quienes contravienen normas establecidas o se
encuentran "vagando por el monte"; por tanto, es una forma de evitar
que los individuos se expongan a peligros de la selva, transiten solos, empleen
demasiado tiempo fuera de casa o coman algo indebido.
Los síntomas del chutún son
dolores de cabeza e intenso resfrío que según los indígenas hace que los
enfermos se "mantengan calentándose en el sol". Reconocidos los
indicios y señales del ataque, inmediatamente se llama al curandero
tradicional, quien le toma el pulso y luego decide si es el "chutún"
el causante del mal, pues del éxito para sacar al "chutún" del cuerpo
depende el monto del pago en especies y, lo que es más importante, su prestigio
en el grupo. Si fracasa, se pone en duda su capacidad de aplacar poderes
sobrenaturales y como consecuencia pierde los privilegios sociales y materiales
que genera la práctica mágico religiosa.
La curación del
"chutún" está rodeada de actitudes misteriosas, pues se trata de un
ritual que reafirma la eficacia simbólica. El tratamiento se realiza a las cuatro
de la tarde por 3 ó 5 días seguidos, en cada ocasión el curandero frota el
tórax con tabaco y "chapil", elementos considerados con poder mágico;
esta operación se repite varias veces, ya sea soplando sobre el cuerpo dichas
sustancias o rociándolas con ramas especiales; Holm-Nielsen (1984:123-125)
contabilizó 23 especies de plantas relacionadas con esta curación, las cuales
constituyen el 8.7% del inventario medicinal de los Awá - Cuaiquer.
El médico tradicional también les
hace figuras en la cara con tintura de achiote. Posteriormente lo lleva fuera
de la casa cerca de un arbusto donde continúa el ritual en forma secreta, luego
hace entrar al enfermo a la casa y el curandero se queda afuera en actitud de
rezar. El último día se extrae definitivamente el "chutún" con la
asistencia de familiares y vecinos; al iniciar la reunión el enfermo se sienta
y observa el transcurrir de la fiesta; todos beben, comen y bailan. El
curandero sólo bebe, ya que con su disciplina enseña a todos que la abstinencia
no es una privación, sino la forma de acumular poder y la garantía de un ritual
eficaz. Este lenguaje simbólico manifiesta que sólo "personas
especiales" pueden monopolizar el acceso a lo sobrenatural.
El curandero demuestra su
disposición de hacer partícipes a los presentes de su magia; para el efecto,
cocina una gallina que frota en el cuerpo del enfermo y la reparte en pedacitos
a los presentes. La curación termina a la madrugada con un ritual de
desagravios al "chatún" y un acto de purificación de la persona
enferma. Todos se dirigen a un río o quebrada cercana a donde llevan una batea
con abundante comida para el "chutún", principalmente pescuezo de
gallina, acompañado de plátano y otros alimentos. El curandero vuelve a
realizar las invocaciones e introduce al enfermo completamente desnudo dentro
del agua; algunas veces los jóvenes se introducen en la corriente unos metros
arriba para enviar a través del agua su vigor y energía. Posteriormente todos
regresan a la casa, pero la bandeja con alimentos permanece en el río, pues se
asume que el "chutún" sale definitivamente del cuerpo y se queda
devorando lo que le han servido para su satisfacción.
Esta práctica permite apreciar el
destacado papel que cumple el curandero, quien por ser depositario del saber
médico aprendido de generación en generación, mantiene la cohesión e identidad
cultural de la comunidad a través de valores esencialmente mágicos. Él logra
aglutinar al grupo alrededor de un sistema de creencias que al mismo tiempo
sugieren la persistencia de formas específicas de pensamiento, lenguaje y
comportamientos comunes. Como consecuencia, el acto de curar a un enfermo se
considera un espectáculo celebrado dentro de las más absolutas tradiciones y
conduce a refrendar la eficacia de la magia en público.
El ritual del "chutún"
merece destacarse desde el punto de vista social, ya que es por excelencia la
reunión donde se ventilan los conflictos, querellas personales y donde mejor se
ejerce la censura oficial a los transgresores del orden establecido. Se la puede
considerar una reunión de impugnación, vituperio, juicio y examen, durante la
cual se permiten el ir y venir de comentarios que, combinados con la
embriaguez, terminan en grandes reyertas. Esta ceremonia puede compararse con
una audiencia pública y aunque nadie personifica al juez, todos son jurados de
conciencia. Allí se sabe quién está cometiendo adulterio, cuál de las mujeres
jóvenes ha perdido la virginidad, quién robó la cacería del vecino, etc. lo que
significa enemistad declarada previamente mediante códigos o señales, pero
generalmente el indígena espera un "chutún" para dirimir sus pleitos.
Mal de ojo
Se trata de una creencia
difundida entre los Awa-cuaiquer y otras culturas vecinas. El mal de ojo puede
ser voluntario o involuntario; el primero se atribuye a un individuo con
poderes especiales, quien ejerce una acción de brujería y es capaz de hacer
daño con la mirada a una persona, animal o planta. Aparece siempre enmarcado en
una diversidad de sentimientos por los cuales una persona se hace acreedora a
ese sortilegio de "ojiar" y ser "ojiado", ya sea por
envidia, celos, venganzas, etc.
Al "mal de ojo" se le
atribuyen problemas de salud en las personas y animales: si un marrano no
engorda, si mueren las gallinas sin causa aparente, el dolor de cabeza,
náuseas, etc. Este contexto, al igual que los otros mitos, proviene de causas
objetivas y se interpreta como la prevención que cada quien debe guardar frente
a los demás; entre los Awa-cuaiquer el "ojamiento" generalmente lo
ejercen los "blancos", y por tal razón nunca les sostienen la mirada
y expresan una especie de pacto al no establecer relación con extraños o
brindar información. Dicha actitud es una característica esencial de este
grupo, que la hemos denominado la solidaridad del silencio.
Si un indígena presenta los
síntomas del maleficio, la familia y los vecinos rápidamente reconocen la
enfermedad e inician hacia el afectado un tratamiento especial que depende del
tipo de "ojamiento"; cuando es intencional se precisa de un curandero,
pues el enfermo es una fuente de peligro para el entorno y es necesario que
intervenga una fuerza mágica superior a la que hizo el daño. Esa especie de
condena lleva al paciente a ser víctima de manifestaciones psicológicas, como
miedo, rabia, etc., es decir, sentimientos relacionados con la actividad del
sistema nervioso, lo cual contribuye a aumentar los síntomas psicosomáticos y
por consiguiente el rechazo de bebidas y alimentos.
El curandero concentra su
esfuerzo en la alteración psíquica del paciente y en las reacciones orgánicas
que presenta; se presta especial atención a las plantas de pies y palmas de
manos, las axilas, etc., es decir, a áreas donde la sensibilidad es mayor. Cabe
destacar que los susurros y oraciones pronunciadas son una parte vital del
ritual por sus efectos psicológicos; se dicen cosas encaminadas a tranquilizar
el espíritu y así contribuir a desbloquear los procesos fisiológicos que
aquejan al enfermo, con la ayuda de medicinas tradicionales. Este tipo de
curación se ubica en un plano donde se mezcla la medicina orgánica y las
terapias psicológicas, estableciendo una relación entre el shamanismo y el
psicoanálisis.
Los elementos mágicos de alto
poder que contrarrestan el mal de ojo y otros maleficios se compran a indígenas
del alto Putumayo. Estos medicamentos pueden ser hierbas, partes de animales,
piedras y semillas que se usan para hacer bebidas o talismanes; entre ellos
anillos de acero "rezados" y sustancias exóticas como azufre. Además,
el indígena también posee objetos protectores propios de su cultura: dientes de
tigres, guatín o conejo y vegetales como cedrón, llantén y tabaco, al cual le
atribuyen un alto poder mágico. Cada medicamento se usa de manera específica,
ya sea frotándolo al cuerpo o bebiéndolo; cualquiera sea la forma de
tratamiento, es infaltable una cruz para hacer bendiciones al enfermo.
Creencias asociadas al agua
Son múltiples las manifestaciones
míticas de diferentes grupos sociales que vinculan este elemento con
actividades rituales. Entre los Awa-cuaiquer al parecer hay lugares asociados
al agua que producen efectos benéficos o purificadores y se piensa en ellos
como fuente de poder.
En el área indígena del Ecuador
se habla de un ritual de purificación denominado "guairo" o
"fiesta de ropa"; se hace al marido cuando queda viudo o a uno de los
familiares cercanos del difunto. Consiste en meter a éste en el río, acompañado
de personas que lo bañan y dan consejos sobre buen comportamiento y hablan de
las virtudes del muerto para que lo imite.
Por lo general, el agua también
alberga espíritus antropomorfos asociados a parajes desolados y hondonadas
agrestes, donde habita el "duende" y aparece el "cueche"
(arco iris). Cuando un indígena siente ciertos malestares, inmediatamente los
relaciona con algún tipo de maleficio; a veces dicen que "lo ha orinado el
cueche" o "le pegó el mal viento".
Es muy común también que afirmen
"me ha ojiado piedra", esto significa que al pasar un río o quebrada
fueron afectados por algún mal. Cuando esto sucede, al llegar a casa sienten
mareo, dolor de cabeza y malestar. Interpretamos que estos síntomas coinciden
con la indisposición que se siente después de beber en exceso, o se viola una
norma; se crea entonces un sentimiento de culpa acompañado de dolencias reales;
para prevenir este mal, el indígena al pasar cada quebrada sin hacerse notar,
recoge una piedrita pequeña que la mete cuidadosamente en el canasto, al llegar
tiene varias de ellas para utilizarlas como medicina en caso de resultar
afectado. Si tiene malestar, coloca las piedras en una olla de barro con agua y
la pone al fuego; el enfermo se cubre con una cobija y se acerca al vapor para
aspirarlo; en otras palabras se trata de una sauna que los restablece del
cansancio y los relaja. A su vez, la enfermedad reconcilia la relación con la
mujer, quien en otras circunstancias podría recriminarle haber gastado el
dinero en "chapil" o haber llegado un día después de lo previsto; en
estas condiciones, el marido pasa a ser la víctima de un hechizo y borra el mal
causado a los suyos que se angustiaron y preocuparon por su tardanza. Si la
persona no se siente enferma, simplemente tira las piedras fuera de la casa.
1.12. Turismo:
Bosque del Chocó: Se
extiende a lo largo de la costa del Pacífico, desde el norte de Panamá hasta el
noroeste del Ecuador, ha sido reconocida internacionalmente como una de las
áreas biológicamente más diversas del planeta.
Tiene una superficie de 300.000 hectáreas .
de bosque húmedo tropical montano y contiene once de las veinticinco zonas de
vida identificadas en Ecuador.
El Chocó tiene un clima
inclemente. Por la tarde, en la comunidad de El Baboso, la niebla puede hacer
bajar la temperatura ambiental a menos de 10 grados centígrados.
Flora: Presenta un gran endemismo
de flora y fauna. Diferentes estudios han registrado la existencia 6300
especies de plantas, de las cuales 1500 están en peligro de extinción debido a
la deforestación.
Las especies que sobresalen de
árboles son: palmas, sande, guabas, roble, guarumo, canelo y la balsa.
Fauna: Se han registrado gran variedad
de especies entre las que se destacan peces y anfibios raros, más de 600
especies de aves, cinco especies de felinos y cuatro especies de monos.
En estos bosques habitan:
murciélagos tigrillos, cuchuchos, raposas, venados, puercos de monte, entre las
aves más representativas están: garzas, tucanes, carpinteros, gavilanes,
colibríes. Existe también ranas, sapos y reptiles como: lagartijas serpientes y
tortugas.
En los ríos habitan
aproximadamente unas 82 especies de peces como: anchoas, sábalo, sardinas,
viejas, lenguados barbuditos. Los insectos de éstos bosque muchos son
polinizadores o vectores de enfermedades o sirven de alimento a una gran
cantidad de animales.
Se puede realizar caminatas o
cabalgar hacia el bosque. El Kaying, Rafting, avistamiento de aves, reptiles,
mamíferos, fotografía y estudio de especies endémicas, existe un lugar ideal
para la investigación y estudio de las ciencias naturales para escuelas,
colegios y universidades. Es todo una gama de opciones que esta prodigiosa tierra
puede ofrecer.
Áreas Naturales Protegidas y Territorios: El Estado
declaró en 1998 la Reserva Étnico Forestal Awá, que comprende 101 000 hectáreas
destinadas al uso exclusivo de esta nacionalidad; últimamente se han
incorporado 20
hectáreas .
Además, existen comunidades que
se encuentran ubicadas en zona de influencia de la declarada Reserva Ecológica
Cayapas Mataje y en la Reserva Cotacahi Cayapas.
1.13. Problemas sociales y ambientales
Aculturación: Los Awá tienen
una gran influencia de los pueblos campesinos que habitan la región, la que
afecta especialmente a las nuevas generaciones. Aspectos tradicionales, como el
vestido, han ido desapareciendo con el correr de los tiempos. En la mayoría de
asentamientos se conservan prácticas como la cestería, cuya elaboración sigue
siendo a mano.
En las
regiones más pobres y apartadas todavía se fabrican utensilios en barro y
madera, pero es muy común que ya no usen objetos de índole ancestral, pues han
sido remplazados por objetos occidentales como encendedores, vasijas plásticas,
termos, molinos, etc.
Sobreexplotación de los recursos y conflictos territoriales: Entre las amenazas sobresale la extracción ilegal
de maderas, tanto dentro del territorio como
en los terrenos circundantes, los cultivos de palma africana, con las múltiples
presiones asociadas a esto que colindan
en varios puntos con el territorio Awá, y las relaciones comunitarias con etnias y grupos vecinos. Los conflictos con
comunidades campesinas se han agudizado con la resolución del INDA de separar
del territorio Awá 6. 024 Hectáreas (comunidad de Río Tigre) producto de
demandas reclamando terrenos por parte
de la Organización De Trabajadores
Agrícolas De San Vicente y La Asociación De Desarrollo Comunitario Vista
Hermosa De Río Tigre. Según las organizaciones Awá, estas organizaciones
campesinas no han habitado ese territorio y lo quieren para hacer negocios y
extraer la madera en virtud de sus conexiones con empresas madereras. Las
relaciones con las comunidades Afro-ecuatorianas también se han tornado
conflictivas por el reclamo de la
Asociación de Negros del Ecuador ASONE del territorio Awá. Las
organizaciones Awá aseguran que detrás de los intereses de ASONE se encuentran
intereses de traficantes de tierras e intereses comerciales. Esta relación se
ha complejizado aún más por las disposiciones estatales a través del ministerio
del ambiente, quien en enero de 2007 sin consulta ni previo aviso determina el
co-manejo entre las dos etnias de una porción de terreno que incluía fragmentos
del territorio Awá (17. 493 Hectáreas).
Ante tales disposiciones del Ministerio del Ambiente, las comunidades Awá
marcharon hasta quito logrando no solo a reversión de la disposición, sino
también logrando establecer un acuerdo con el presidente de revisar y restituir
el territorio de la comunidad de Rio Tigre que había sido desarticulada del
territorio Awá. Como es evidente, la relación de la organización Awá y el
Estado Ecuatoriano ha sido tensa y ha
tenido como punto de disputa principal la delimitación, la definición de las
dinámicas de manejo del territorio y el reconocimiento en los hechos de la
propiedad legitima de este territorio por parte de la etnia Awá.
Hace aproximadamente tres años,
en la zona de la Costa, la Federación de Centros Awá del Ecuador, por medio de
acuerdos con los centros, se encuentra trabajando en planes de aprovechamiento
de los recursos del bosque, a nivel comunitario y familiar.
Pérdida de la cobertura vegetal: El avance acelerado de la explotación maderera, el cambio del uso del suelo
y el incremento de las actividades agropecuarias (ganadería y palmicultura principalmente)
han fragmentado las diferentes formaciones vegetales de la RECC.
Pesca: La indiscriminada
utilización de las técnicas de pesca con atarraya, barbasco, electricidad y
sumo de cabuya afectan negativamente los ríos donde son utilizadas (Vicente
Encalada com. per.).
Mal
ResponderEliminarQue mal ni que monda vieja asquerosa
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