miércoles, 9 de octubre de 2013

MONTUBIO



  MONTUBIO

Mezcla de raza negra, india y blanca y provienen del monte. (siglo XIX)
La cuenca baja del Guayas es inconfundible, y cuna de los habitantes con las más claras características de los rasgos personales de la nueva raza, la raza montubia, del cruce más patente entre indios y españoles, por eso Salitre es hoy la Capital Montubia del Ecuador, la personalidad de los montubios diferente tanto física y psicológicamente frente a las características personales de los cholos.
Vive en el interior de la costa, le gustan los gallos de peleas y potros de doma ; ama la música y las tradiciones orales mágicas. La agricultura es actividad principal, monocultivos para exportación: cacao, café y banano. Trabaja artesanías en paja, alfarería, talabartería y mueblería.

1.2.   Ubicación


Están localizados en la parte interior de las costas ecuatorianas, especialmente en los montes, así como en las riberas de los ríos y carreteras.
La cordillera de la costa que nace en el cerro de las Cabras en Durán, se extiende pasando por el cerro del Carmen en Guayaquil hasta la cordillera Colón-colonche, que llega hasta Manabí, y Esmeraldas. Esa es la línea divisoria, geográficamente de las culturas llamadas CHOLOS de la costa externa es decir de la orilla del Mar de Ecuador y MONTUBIOS que son los habitantes de la zona rural de la costa interna de Ecuador.
Costa interna

1.3.      Organización Social


La familia montubia gira en torno de la madre, antes que del padre, en lo afectivo; pero, en el respeto social, se centra hacia el padre. El impulso de la madre es netamente sentimental, espontáneo; el impulso al padre es provocado por el reconocimiento tácito de la superioridad de éste, primeramente material (baqueanismo, es decir, sabiduría del campo), y más tarde, moral (experiencia traducida en consejo, ciencia antigua, gerontolatría).
La familia montubia constituye una entidad prieta, aislada o casi aislada, que sigue sus propios destinos, sin vincularlos a los de los otros grupos familiares y que, normalmente, se representa por el progenitor masculino más viejo, casi nunca por los colaterales.
La monogamía y la monoviria son características. Sin embargo, el ayuntamiento marital estable se ejerce casi siempre fuera de la institución civil del matrimonio. En el pasado siglo, o sea cuando el matrimonio era una institución de derecho eclesiástico reconocida por el Estado, la religiosidad acrecía el porcentaje de uniones sacramentadas y desterraba la simple convivencia considerada como un pecado. La actual exigencia legal que da antelación imprescindible al contrato civil, sin el cual no puede efectuarse, bajo severas sanciones (prisión y multa para el sacerdote) el matrimonio religioso, ha traído como consecuencia un aumento del porcentaje de amancebamiento. En las aldeas, este fenómeno no es tan visible como en el agro remoto. Gran influencia tiene, por cierto, en la disminución aludida, la explotación de los tenientes políticos rurales, que exactan cuanto pueden a quienes pretenden casarse.
No obstante ello, o quizá por lo mismo, las uniones son más duraderas; y, originándose en la atracción sexual amorosa, se van llenando de contenido económico (mutua conveniencia, ayuda mutua, preindivisión de bienes) a lo largo de la vida, y no terminan sino con ésta.
La monoviria a que me he referido, es una constante de la mujer montubia. La prostitución es rarísima y se produce en virtud de determinantes individuales, no sociales. Casi siempre se manifiesta con escándalo. La prostituta montubia, cuando lo es de veras, se enorgullece de serlo y recaba una posición de machismo tenoriesco: ella es quien elige. Pero, la mujer montubia, cuando está en el agro, no busca salidero. Acude a la prostitución como a una cura de hambre: los burdeles citadinos costeños, en especial los de Guayaquil, consumen mucha carne montubia, reclutada máximamente entre domésticas traídas desde las haciendas por sus patrones, prostituídas por éstos y abandonadas después.
La monogamia no es una constante. Se fija al elaborarse plenamente la virilidad -hacia los veinticinco años- y con el afianzamiento del hogar. Hasta entonces, el joven montubio es, siquiera en la intención, polígamo.
El nexo con el hijo es sólido y estrechísimo. El hijo parásito acaba a los siete años. Desde tal edad (y a veces antes), entra a colaborar en la economía de la familia con el aporte de su esfuerzo.
Aun cuando no perverso, el montubio es eminentemente sexual. No concibe el mito de la virginidad. Para él es tabú el incesto.
Frente a su mujer adúltera, el marido montubio se siente, más que en su amor, ofendido en su dignidad de macho; reaccionando su venganza preferentemente contra el amante, en quien tratará de castigar la burla de que éste lo ha hecho víctima. No es infrecuente que perdone a la mujer o que, separado de ella, permanezca después indiferente; siempre, por supuesto que haya logrado la venganza que persiguiera.

1.4.      Economía


Se dedican principalmente a la agricultura, ganadería y elaboración de artesanías hechas en paja toquilla, especialmente sombreros. En la agricultura utiliza instrumentos como: daga, machete, garabato, pilón.

1.5.      Vivienda


Se levanta sobre pilotes de madera, las paredes hechas de caña guadua y el techo de palma para protegerse de los animales rastreros que andan por la noche y de las crecidas de los ríos en el invierno


1.6.      Vestimenta


El hombre: utiliza camisa blanca liviana, pantalón corto generalmente blanco, pañuelo rojo en el cuello. Sombrero de paja toquilla, cuando trabaja en el campo utiliza botas de caucho largas y su machete.
La mujer: falda amplia florada o muchos colores blusa hasta el ombligo con vuelos y anda descalza.

1.7.      Costumbres y celebraciones


Productos del mestizaje, los grupos montubios no han constituido tanto una etnia homogénea cuanto una forma de vida en el campo costeño, un conjunto de tradiciones, valores, técnicas de trabajo y expresiones artísticas que han permitido la creación de su propia cultura, algunas de las representativas son:
Rodeo del Montubio:

Su origen llega hasta las tierras en que se desarrollaban las haciendas de la zona durante el verano, cuando los vaqueros arreaban el ganado de las lomas y procedían a las faenas del herraje, la doma y otros juegos, al tiempo que las mujeres preparaban los tamales, la chanfaina, los bollos, el aguado. Los patrones presidían los festejos, a los que se sumaban invitados de la ciudad que arribaban en lanchas, junto a músicos, galleros y demás. Se atribuye a un dedicado defensor de las tradiciones, Rodrigo Chávez González, la creación de la fiesta regional del montubio, que empezó a celebrarse en Guayaquil, la capital montubia, desde 1926. Allí se iniciaron las cabalgatas y rodeos, la elección de criollas bonitas y los concursos de música y amorfinos, esas coplas de ida y vuelta entre dos talladores.

La crisis del cacao afectó a las haciendas; luego vino la Segunda Guerra Mundial y el auge del banano. Entonces, la tradición recobró vuelo en sitios como General Vernaza, parroquia de Salitre, también llamada "la capital montubia". Allí, desde 1963, el 12 de octubre de cada año, con motivo del Día de la Raza, convertido de hecho en el Día del Montubio, se celebra el rodeo con todas las de ley, es decir, con desfile de las haciendas y sus madrinas, elección de la criolla bonita, y acto seguido la competencia de caracoleo, monta de cepo, lazo y pial y otros juegos. El origen del rodeo montubio reside también en las faenas de herraje que se daban en las haciendas, después de que los vaqueros llegaban arreando reses de monte adentro.  El vaquero demostraba su destreza en el corral y el patrón invitaba a hacendados vecinos, que acudían con familiares y peones, también a amigos de la ciudad, y armaba la fiesta al contratar banda de músicos. Además llegaban poetas de amorfinos y galleros.
El lazo o veta que utilizan para dominar reses o caballos es de cuero de vaca. Su elaboración es una actividad que se ha inculcado por generaciones.
Incluso el escenario para el rodeo refleja el estilo montubio. Las cañas guaduas, que dan forma a cientos de casas en la zona, son el material básico para construir la plaza del rodeo.

Ese día hombres y mujeres con la piel curtida por el sol y las manos callosas por su trabajo, visten sus mejores trajes y se entregan al desenfreno y la algarabía.
Caballos, sombreros, pistolas y espuelas, son invitados infaltables al Rodeo Montubio que se realiza antes y durante el 12 de Octubre, Día del descubrimiento de América y de la Raza, como un motivo para demostrar el orgullo de lo que son.
Todo es rústico, nada importado, salvo la música, porque desde el coso (escenario donde se realiza el rodeo) es elaborado con cañas. Las suertes ejecutadas por los jinetes son de su propia creatividad y los amorfinos son los versos que con rima utiliza el montubio para enamorar o para expresar alegría o tristeza.
Aunque no gusta a muchos, los disparos también son parte de la fiesta montubia; "eso no nos pueden prohibir, los disparos son para nosotros como el aplauso por una suerte bien realizada", dijo Wilson León, uno de los más entusiastas promotores de los rodeos.
En las vecindades de las selvas, donde abunda el bejuco Platzaort o plazarte - los nudos de los bejucos son esculpidos a navaja admirablemente. En estos puños hay maravillosos monos, caballos, etc. teñidos o barnizados después.
La inspiración musical del montubio es rudimentaria, y la originalidad de la música llamada montubia resulta muy discutible.
Empero, ha superado el compás binario y más bien se lanza instintivamente al de tres por cuatro. Por ello, el pasillo montubio recuerda al pasillo colombiano antes que al de la sierra del Ecuador. Es como un ligero valse, donde se introducen, un poco arbitrariamente, largos calderones.
El amorfino: más interesante por la letra que por el acompañamiento, es casi todo en dos por dos.
En nuestro campo suelen escucharse viejas canciones cubanas y yucatecas, a las que se guarda particular afición.
De la música moderna lo que mejor ha captado el hombre de nuestro agro es el tango argentino, el mismo que canta y glosa como valse lento.
En general, el montubio transporta toda música exótica al compás de res por cuatro más o menos acelerado, si no les posible convertirla en una suerte de danza.
El montubio, es corriente y, con frecuencia, extraordinarios tocador de guitarra.
Cuanto a la poesía, emplea espontáneamente el metro castellano de a ocho, o sea el metro de romance, pero con rima perfecta, casi siempre en agudos o graves fáciles, y sin cuidar del isocronismo de los versos rimados.
Esta poesía, que explota temas pasionales, como el amor, el odio, etc., se hace para ser cantada; y se liga como letra al amorfino.
El amorfino, más ensalzado que estudiado, es el contrapunto, o dicho, o cambio de decires, de otros pueblos de América, y remonta y su origen a la época colonial.
Al lector interesado en un conocimiento mayor de la poesía montubia, habrá que remitirlo a las obras de Chávez Franco, cronista oficial de Guayaquil, y sin duda, el mejor informado sobre la materia.
En la narrativa es donde la impulsión artística del montubio alcanza expresiones insignes. Su innata tendencia mística, que señalamos adelante, halla aquí cauce amplio.
En las bellas noches tropicales, reunidos en la cocina alrededor del fogón donde hierve el agua para el café puro, los montubios cuentas las "penaciones" y los "ejemplos". Póe no habría desdeñado aprovechar los argumentos de las unas; y, Vorágine habría aplicado los otros a algunos de los santos de su Leyenda Dorada.
Las hazañas de los montoneros, de los ladrones de ganado, de los cazadores de lagartos, de los cortadores de madera en los bosques vírgenes, son referidas en tono heroico, complicadas de múltiples episodios y salpicadas de preciosas descripciones.
El relatista ecuatoriano tiene en estas narraciones una mina rica e inexplotada.

1.8.      Accesos



Toda la Costa interna por la Panamericana 

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